En mi taller tengo : Mi adorado caballete que me regaló mi mamá, allá por el año 1960. De él cuelgan algunas camisas, delantales y un gorro negro de pana, que a veces uso, porque lo compre en un mercado de cosas viejas y usadas en una isla de Miami y sentí que había sido de algún pintor y que estaba destinado a mí.
Sobre las paredes coloqué tiras de madera, donde pongo con chinches las telas que voy haciendo, y quedan por un tiempo bastante largo, porque nunca las doy por terminadas…
Tengo maderas de 1x1 para hacerme los bastidores, la máquina de engrampar, la de tensar para colocar el liencillo y latas de fondo blanco para darle la base.
Tengo tarros y tarritos por doquier. Sobre el tablón que uso de mesa están latas con pinceles, pinceletas, pomos nuevos algunos y muchos gastados, potes de témperas como también aguarras , aceite vegetal, algún barniz Damar y mi infaltable espátula y lata de removedor, varias paletas, que las voy usando por turno antes de limpiarlas.
Las pinzas, destornilladores y algún cuter, nunca faltan, como tampoco faltan la plasticota y tiza en polvo.
Sobre un costado de la mesa, está mi vieja máquina de escribir, compañera de tantos escritos, de tantas poesías, que duermen en carpetas…
En un rincón, sobre los estantería de metal están los elementos de dibujo : rollos de papel de envolver y de papel para escenografía, hojas de distintos tamaños, una caja vieja con crayones, pasteles y otra con lápices, plumas, tintas de colores.
Tengo una cama, que me sirve para descansar, a veces y otras, simplemente para sentarme a meditar.
Una silla alta y algunas pinturas abandonadas que me contemplan, calladas…
Antes de comenzar a pintar, me siento en padmásana (loto) a meditar unos minutos.
Gracias por haberme escuchado, siento como si estuvieran a mi lado…